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Con 60 millones de años, el Cañón del Sil, es uno de los espacios más impresionantes que se pueden contemplar en la geografía de Galicia.

En sus laderas se asientan los bancales bimilenarios sobre los que brotan, en las abruptas laderas con desniveles que alcanzan el 70%, los racimos de la característica Mencía que más tarde se convertirán en el néctar de los dioses.

La singular belleza natural del paisaje se ve incrementado a lo largo de los siglos con la humanización del trabajo del hombre, característico de esta zona y a la que hoy llamamos viticultura heroica.

Sobre este territorio los monjes benedictinos impulsaron decididamente el cultivo de la vid en estas abas allá por el siglo XI y XII, contribuyendo decididamente con ello a la configuración actual de este singular territorio que se conserva perfectamente.

Tierras aptas para la oración, contemplación y la mística, los eremitas de los siglos V, VI y VII no dudaron en fijar sus eremitorios en estas tierras, donde posteriormente se construyeron monasterios, iglesias y demás elementos religiosos. De ahí el nombre de Ribeira Sacra.

Pocos espacios en Europa conservan la impronta histórica como el Cañón del Sil. Un lugar, un espacio, una tierra que es necesario visitar para entender el origen y destino de la civilización europea.

DECIMUS MAGNUS